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venerdì, settembre 30, 2005

Hasta las manos



Querido Diario: Debo confesar que estoy un poco contrariado últimamente. Siento que algo murió dentro mío. Siento que ya no quiero tomar este espacio y escribir. Me invade la incertidumbre en las noches frías de Roma.



Querido Diario: Debo confesar que estoy un poco contrariado últimamente. Siento que algo murió dentro mío. Siento que ya no quiero tomar este espacio y escribir. Me invade la incertidumbre en las noches frías de Roma.

En estos momentos, me cuestiono todo lo reseñado. Me da tranquilidad el hecho de que no hace mucho que soy Papa, y el hecho de que tampoco hace mucho que tomé este ejercicio de escribir.

¿Que quiero decir con todo este ratatoullie de palabras? Que si mañana este espacio desaparece, pasa a ser un 404 de Blogger, solo un cache de Google, un lugar más abandonado en la gran triple doble v (doble u para los gallegos rompe pelotas) estoy seguro de que nadie, pero nadie, me va a echar de menos, ¡si ni comentarios dejan ya!

Uno trata de contar las cosas que le pasan, porque a pesar de lo que creen acá adentro, uno sabe que es un ser humano más. Con una suerte santa por supuesto, de otro planeta, al estilo Rafella Carra o Chevy Chase o el mismo Tinelli. Sólo quise contar, para que alguien sepa lo que me cuesta todo esto. Yo era un pibe cuando me metí en este bolonqui de la iglesia, honestamente, si a vos que recién te metés en el seminario te dicen: "Vas a ser Papa", vos te le cagás de risa en la cara al atrevido, (y no me digan que no, que estoy muy sensible y no me banco las pelotudeces).

Pero cuando te pasa... ¿quién te preparó para todo esto? nadie viejo, sentís lo mismo que cualquier grone de New Orleans, desorientado como chupete en el culo, te levantás a la mañana intentando echarle la culpa de todo lo que te pasa a una poder divino, te mirás al espejo y resulta que el poder divino ¡sos vos!

Sentís el peso de setenta y cinco mil millones de cristianos puteando, a vos, a Cristo, a la Virgen y al mismísimo Espíritu Santo (que es medio garca y siempre se borra en las puteadas)
Que te putean por lo miserable de sus vidas, que te putean porque subieron dos kilos, que te putean porque los echaron del trabajo, que te putean porque les aumentaron los impuestos, que te putean por el tornado de moda, que te putean porque permitís el hambre en el mundo, que te putean porque tenés techo de oro. ¡BASTA! ¡Todo tiene un límite viejo!

Hoy, debo decir que me siento más solo que Margaret Tatcher en el festival de Cosquín, más solo que Pinochet en el día del amigo, más solo que Lopez Murphy después del discurso cuando asumió como ministro de economía de De La Rua, más solo que Bush diciendo que no se van a ir del país, hasta que todo esté en orden (refiriéndose a New Orleans por supuesto) y bueno, después de todo, si Bush abandonara su propio país, sería una manera de recuperar el orden, ¿no?

Es Palabra de Benedicto XVI



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